Gracias a Nuria Fadrique Chousa por su dedicación a este blog

Cuento año 2011


SALTARINA LA GOLONDRINA, JUSTO EL ACUEDUCTO

Un día de primavera Saltarina, la golondrina, volaba alegremente por el cielo azul buscando un buen lugar donde pasar unas vacaciones y vivir nuevas aventuras, entonces vio a lo lejos una ciudad grande y bonita que le pareció que podía ser la ideal para sus propósitos, al acercarse se encontró con algo que no esperaba, un gigante de piedra y pensó:

-¿Qué es eso tan inmenso?

Realmente le asustaba mucho acercarse a él pero decidió ser valiente y muy despacio fue observando la inmensidad de semejante gigante. Cuando se encontró frente a frente vio que estaba callado y quieto como una estatua y se tranquilizó.
Saltarina tenía ese nombre porque cuando se posaba sobre cualquier cosa iba dando pequeños saltitos con una gracia muy particular, entonces cuando se poso sobre el gigante este comenzó a reírse porque le hacia cosquillas y le dijo a la golondrina:

-Ja,ja,ja,ja… ¿Quién eres tú que sabe hacerme reír de esta manera tan fenomenal?
- Soy Saltarina la golondrina y vengo a pasar unas vacaciones ¿quieres que seamos amigos?.

El gigante le dijo:

-¿Qué es un amigo? Yo nunca he tenido uno.

Saltarina le miró con asombro pensando como podía ser posible que un gigante tan grande estuviera tan sólo, entonces ella le contestó:

- Un amigo es alguien que te quiere y siempre esta contigo, tanto cuando te ríes como cuando lloras, tanto si tienes calor como si tienes frío, y sobre todo es alguien con quien siempre quieres estar, jugar, saltar, reír, cantar, bailar en definitiva pasarlo siempre muy bien.

Nuestro amigo el gigante pensó que sería genial tener a alguien así siempre cerca, porque como era tan grande y tan alto todo el mundo pequeño se asustaba de él y le sobrevolaban o pasaban por debajo muy deprisa.

- ¿Saltarina tu harías todo eso por mí? Preguntó el gigante.

- Claro que sí, pero antes me gustaría saber como te llamas.

- Yo soy Justo el acueducto.

- ¿Y porqué estás aquí?

- Hace muchísimos años unos señores llamados romanos decidieron que necesitaban traer agua a la ciudad y como eran muy listos pensaron como hacerlo y se pusieron manos a la obra construyéndome a mí, la leyenda dice que fue el demonio pero yo te puedo asegurar que no fue así. Ahora ya estoy jubilado porque el agua va por tuberías y no me necesitan, pero soy una parte muy importante de esta ciudad.

Saltarina le escuchada muy atentamente y le encantaba la historia que Justo le contaba y pensó que se quedaría allí, a su lado, porque era alguien que podía enseñarle muchas cosas y contarla historias maravillosas de su vida y su ciudad.

-Oye Justo como tú tienes tantos años habrás vivido muchas aventuras ¿me cuentas alguna? -Recuerdo una muy divertida, hace unos años los coches, camiones y autobuses pasaban por entre mis piernas y tenía mucho jaleo, la verdad es que a veces me agobiaba un poco tanto ruido pero siempre me sentía acompañado. Una mañana de invierno la señora Nieve nos visitó, cubriendo de blanco toda la ciudad, dejando mi cabeza y mis pies muy fríos, entonces Gus el autobús intentó pasar por debajo y se quedo en el medio de uno de mis pies, el lío que se preparó fue descomunal, bomberos, policías, ambulancias todos tratando de ayudar, pero Gus patinaba sin parar, hasta que decidieron ponerle unas cadenas en las ruedas y consiguieron sacarlo, fue muy divertido ver a tanta gente a mi alrededor con cara de frío, esperando a ver que pasaba, los niños se lo pasaron en grande tirando bolas de nieve a mis brazos, piernas y pies y alguna que otra a la policía que les regañaba malhumorada.

Saltarina se reía al imaginar aquella escena de patinaje del autobús. De repente a lo lejos vieron llegar unos camiones muy grandes que se paraban debajo de Justo; este sonrió y le dijo a Saltarina que si sabía que era aquello.

- No lo sé, pero son inmensos.

- Es otra de mis tradiciones, todos lo años en el mes de Mayo llega el Titirimundi y con él los carruseles y montones de niños que vienen a montar en ellos, mañana cuando los hayan montado seguro que puedes darte una vuelta en alguna de sus figuras un tanto raras.

- Oye Saltarina me gustaría saber que es aquello tan rojo que veo en el horizonte, creo que es maravilloso.

- No te preocupes volaré hasta allí y vendré a contarte.

Cuando Saltarina llegó a su destino descubrió un hermoso campo de amapolas y decidió llevarle algunas a Justo; con su pico cogió tantas flores como pudo y se las coloco a u amigo en la cabeza y le dijo:

- Justo eso que tú ves es un campo precioso de amapolas, adornaré tus arcos con ellas y así estarás más guapo que nunca.

A la mañana siguiente cuando Justo comenzó a sentir cosquillas en su cabeza, abrió los ojos y vio que sus arcos estaban llenos de amapolas rojas que le hacían parecer muy hermoso.

- Gracias Saltarina tú si que eres una amiga.

La verdad es que ese día la gente disfruto de un bonito espectáculo: los carruseles, los títeres y un señor Justo el Acueducto todo engalanado de flores, la gente comentaba que no podían creer que la pequeña golondrina hubiera podido traer tantas flores, pero la gente lo que no sabía es que la amistad cuando es de verdad puede conseguir cualquier cosa.

- Justo ¿estas contento? – le pregunto Saltarina-.

- Si, mucho, voy a contarte otra historia.

- Esta vez te contaré una leyenda, que habla de porque en el centro de mis arcos hay una virgen. Aunque tú no lo creas soy mucho más largo de lo que piensas, nací en un paraje denominado La Acebeda cerca de un manantial a unos 17km de aquí. Un día una familia fue a pasear al campo y los tres niños que eran hermanos se separaron de sus padres y se perdieron, a media tarde unos nubarrones cubrieron el cielo y Amelia, Cesar y Ángel, que así se llamaban los niños, estaban muy asustados se refugiaron en una cueva, comenzó una gran tormenta y los niños pidieron al cielo que les ayudara a encontrar a sus padres; de repente delante de la cueva apareció una luz que les condujo al comienzo de mí donde estaban sus padres que se habían pasado todo el día buscándolos muy preocupados, cuando los padres contaron lo sucedido los ciudadanos decidieron agradecérselo al cielo y pusieron la imagen de la Virgen de la Fuencisla, patrona de la ciudad, y de San Esteban.

Saltarina miraba a Justo muy emocionada pensando que del cielo siempre vienen cosas buenas.

Los días iban pasando y Saltarina y Justo eran muy felices juntos, Justo le contaba que había días que veía pasar por delante de él globos muy grandes de colores que volaban por el cielo sin rumbo fijo y que había un día al año en el que unos señores desde un avión se tiraban para acercarse a él pero al final aterrizaban en la plaza, en esas ocasiones era cuando Justo veía más de cerca a las personas, aunque le parecía muy arriesgado.

Un día comenzó a hacer más frío y Saltarina se dio cuenta que había llegado el Otoño y tendría que marcharse en busca del calor, entonces le dijo a Justo:

- Querido amigo ha llegado el frío y debo marcharme, pero en primavera volveré para estar contigo, Justo se puso muy triste pero comprendió que Saltarina debía irse, ya que sino moriría de frío.

Saltarina sabía que había una cosa que Justo deseaba más que nada y decidió intentar cumplir su deseo antes de irse.

A la mañana siguiente la ciudad del Acueducto no se despertó con carcajadas, como lo había hecho últimamente, sino con una luz de colores deslumbrante, sus habitantes se quedaron boquiabiertos al ver ese haz de luz.

Justo abrió los ojos y sintió como un increíble calor recorría su largo cuerpo, era el señor Arco Iris que le tocaba con sus dedos y le transformaba en el monumento más bello del mundo, multicolor y brillante, parecía una gran piedra preciosa. Saltarina se alejaba diciendo adiós a Justo con las alas y con el alma muy feliz porque había conseguido realizar el sueño de aquel gigante de piedra que tenía un corazón igual de grande que él: ser tan bello como el Arco de color que a veces aparece en el cielo.